El Cambio Climático (CC) es uno de los mayores desafíos que tiene actualmente nuestro planeta y que debe ser enfrentado por las poblaciones humanas. Los cambios en las precipitaciones y en el clima y el aumento del nivel del mar, entre otros derivados del CC, que ayudan a aumentar la tensión económica, política y humanitaria lo cual lleva a una afectación del desarrollo humano a nivel mundial. Lo anterior, se puede ver mejor reflejado en aquellos países que son dependientes de los sectores vulnerables al clima, como los bosques, la biodiversidad, los recursos hídricos, y el sector agropecuario, que ayudan, mantienen y mejoran las condiciones de vida de sus pobladores.
De acuerdo a los estudios científicos realizados por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), dan conclusiones contundentes de que existe un impacto del ser humano sobre el sistema climático. Una de estas, es el hecho de que las emisiones con efecto invernadero son las mayores en los últimos 800,000 años, lo que ha llevado a un calentamiento global e impactos asociados a los sistemas humanos y naturales. El promedio mundial de dióxido de carbono atmosférico en 2018 fue de 407.4 partes por millón (ppm), con un rango de incertidumbre de más o menos 0.1 ppm. (https://climate.gov/news-features/understanding-climate/climate-change-atmospheric-carbon-dioxide
Con respecto a la temperatura, la cual desde 1880 a 2017 la media mundial ha subido 1 ºC y está aumentando a un ritmo de 0,2 ºC por década, de 1901 a 2010, el nivel medio mundial del mar ascendió 19 cm ya que los océanos se expandieron por el aumento de la temperatura y debido al hielo terrestre derretido por el calentamiento y para el año 2100 se prevé una subida adicional de 19 a 58 cm. (GREENPEACE, 2018)
Debido a todas estas consecuencias debidas al Cambio Climático y por sus efectos en la biodiversidad, Costa Rica desde 1994 se adhirió a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, para lo cual el país se ha elaborado varios instrumentos de planificación:
Costa Rica, desde los años 60 empezó con medidas para proteger ecosistemas únicos, como fue la creación, en 1963, del primera reserva biológica, Cabo Blanco, con el tiempo estas decisiones han llevado al país a ser unos de los países que están en primera línea con acciones de mitigación, adaptación, y atención o gestión de la vulnerabilidad (gestión del riesgo) al cambio climático, teniendo un 25% del país protegido mediante alguna categoría manejo de área silvestre protegida, (145 ASP), para los años 70 se diseñó e implementaron diferentes mecanismos de fomento, mediante diferentes tipos de incentivos financieros, fiscales y no económicos entre 1972 a 1997, por otra parte en el año 1995, se tomó la decisión atender la problemática de la deforestación, uno de los mayores emisores de gases efecto invernadero (GEI), la prohibición del cambio del uso del suelo, Ley Forestal 7575), con el apoyo del mecanismo de pago de servicios ambientales, se logró la recuperación de un alto porcentaje de los bosques.
Diversas zonas del país se verán afectadas, según los escenarios climáticos para el año 2100, por un aumento de temperatura media de 3 a 5°C; y cambios en los patrones de precipitación, en el Pacífico Central y Sur aumentarán hasta 15%, descendiendo en el Pacífico Norte, Zona Norte, Región Central y Vertiente del Caribe, hasta el 30%. (ENCC, 2015)
La biodiversidad se verá impactada por el cambio climático, en lo referente a cambios en la precipitación y temperatura que va afectar la abundancia, distribución, presencia de muchas especies y ecosistemas, estos efectos tienen un alto riesgo de extinción de especies, especialmente aquellas con factores tales como la poca población, un hábitat no uniforme o restringido, rangos climáticos limitados o su emplazamiento en islas bajas o cerca de la cumbre de las montañas. Ya se han observado cambios en las pautas de migración de aves, en la distribución de plantas y animales y en los periodos de anidación y cría; hay floración anticipada; una mayor frecuencia e intensidad de brotes de plagas y enfermedades; decoloración de los arrecifes coralinos.
La prioridad es determinar la vulnerabilidad y partir de los resultados, se implementan acciones de mitigación y adaptación que deben responder a las necesidades y realidades de la biodiversidad del país.