Según el Instituto de Desarrollo Rural (INDER), en 1978, se realiza la compra de tres fincas para contribuir con el desarrollo de la comunidad. Para ese entonces, existían cerca de 50 familias en una distribución lineal (43 viviendas a lo largo del camino). A partir de este momento, se inician las actividades de la comunidad que giran alrededor del agro; luego, el turismo generado por la presencia de los hoteles de montaña; y recientemente, el proyecto de geotermia desarrollado por el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
Leyenda del Rincón de la Vieja
Muchos misterios encierran los volcanes que estremecen la piel, estas impredecibles chimeneas que se prolongan hasta el corazón del planeta siempre llamaran nuestra atención…
De nuestro pasado aborigen, como material volcánico, emerge la siguiente leyenda que da el nombre al Parque Nacional Rincón de la Vieja y a su pueblo vecino…Curubandé.
No se sabe el sitio exacto donde se desarrolla la historia, aunque los viejos relatos aseguran que tuvo lugar en las faldas de “la montaña de las nueve chimeneas”, que en aquellos tiempos se mantenía muy activa. Lo que sí es seguro es que con el correr de los años, este relato quedó envuelto en el misterio y en la leyenda.
Según cuentan, la flor más bella que adornaba los bosques alrededor del volcán era la linda princesa Curubandá, hija del gran Cacique Curubandé; era tan hermosa y agraciada que ninguno podía ignorar su belleza. Mujer de casta real, orgullosa y erguida; dotada de singular encanto, morena y con grandes ojos negros llenos de misterio.
Curubandá caminaba por los parajes de aquellos bosques, por senderos y veredas iluminando con su belleza cada rincón. Fue en estos mismos bosques donde encontró al amor de su vida, un fornido guerrero llamado Mixcoac. De esta forma, el bosque era el único testigo del inmenso amor que se tenían de forma secreta. Con el tiempo el secreto no se pudo guardar más y Curubandé, al reconocer a Mixcoac como miembro de una tribu enemiga, lo captura y lo arroja a la laguna hirviente en la cima de la montaña.
En vano se intentó consolar a la joven princesa, quien en ese momento llevaba en su vientre el fruto de ese fugaz amor. Desconsolada dejó la tribu y se internó en lo profundo del bosque, pues solo él que había sido su cómplice, entendía su terrible angustia.
Después de dar a luz, Curubandá tomo a la criatura y la lanzo al cráter, pensando que de esa manera se reuniría con su padre en el más allá. Tras este hecho desgarrador Curubandá nunca más conoció el amor terrenal. Con el tiempo envejeció dedicando su tiempo a conocer mejor la montaña, que ahora era el hogar de sus dos amores.
Cuenta la leyenda que los chamanes (guardianes del conocimiento de la madre naturaleza y sus propiedades curativas) se reunían una vez al año en sus lugares sagrados, para realizar actos de purificación, meditar y tratar temas relacionados con el avance en la medicina natural. En estas reuniones muchas veces se hacía referencia a Curubandá como “la vieja del rincón” (a ludiendo a lo remoto de su morada). Para este tiempo Curubandá era considerada una autoridad en el conocimiento de cómo usar los elementos de la “montaña” para curar (las plantas, las aguas termo-minerales, el lodo volcánico, los insectos, etc.).
Con el tiempo, no solamente estas personas (elegidas por las divinidades para recibir y guardar los conocimientos de las plantas y sus efectos curativos) conocían de la existencia de “La Vieja”, sino que muchas otras personas realizaban peregrinaciones al Rincón de la Vieja para ser sanados.
Así recibió el nombre del Parque Nacional y su comunidad cercana, hoy al recorrer los senderos si se presta atención aún se pueden escuchar los susurros de Curubandá en el viento y observar los ríos que brotaron de las lágrimas que derramó por su amor imposible. Su dulce voz enseñó a cantar a las cascadas y las almas de Mixcoac y su hijo revolotean los bosques en forma de mariposas azules.
Hoy lo invitamos a usted también a descubrir la calidez de un pueblo que aún conserva sus raíces culturales.